martes, 25 de junio de 2013

FIELES DIFUNTOS

La práctica de orar por los difuntos es relatada en documentos del Antiguo Testamento,  generalizada alrededor del mundo por varias congregaciones religiosas, y celebrada de muy diversas formas.
En el año 998, San Odilón, abad del Monasterio de Cluny, al sur de Francia, instauró para el día 2 de noviembre, la festividad de Todos los Fieles Difuntos en la orden benedictina. En el siglo XIV Roma lo aceptó y la extendió a toda la cristiandad.
Las civilizaciones prehispánicas de América también rendían culto a la muerte. Los misioneros cristianos tuvieron que adoptar muchos de los ritos y símbolos indígenas para lograr su evangelización.
Actualmente en todo el mundo cristiano, estos días se caracterizan por el recuerdo de nuestros muertos y la visita a los cementerios, pero en cada país o región existen diferentes tradiciones.
En el calendario de fiestas tradicionales y folclóricas del Ecuador el día 2 de noviembre es la conmemoración de los Fieles Difuntos, conocida  en todo el país como Día de los Muertos, esta es una celebración  cristiana dedicado a la oración por las almas de todos aquellos que han adelantado su partida.
Su práctica es muy antigua y arraigada en nuestra cultura y un claro ejemplo de sincretismo religioso que consiste en asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes partieron a la eternidad. Está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida sin ninguna dolencia que le aqueje.
La limpieza, arreglo y decoración de las tumbas con ramos de flores, coronas de papel, ofrendas y expresivas tarjetas, así como la asistencia a la Misa de Difuntos se ha convertido en todo un ritual.
Los  finados, culto a los muertos no es privativo de nuestra cultura  sino que se halla presente en todo el mundo. Para nuestros indígenas es la relación con sus ancestros, la tierra, la divinidad y con todo lo que permite estar en armonía con la vida misma.
Las manifestaciones de esta fecha varían según la zona, así por ejemplo al norte del país, en el cantón Ante, la visita al cementerio se realiza en la noche. En Cotacachi, los indígenas llevan al cementerio comidas y bebidas tradicionales para compartirlas con sus difuntos.
En Calderón, se acostumbra colocar todos los alimentos sobre la tumba y pasar el día junto al difunto, conversándole sobre los últimos acontecimientos; además de elaborar figuras de borreguitos en mazapán, muy coloridas donde se pone de manifiesto la habilidad de los artesanos.
En la mayoría de poblaciones de la serranía así como algunas de la costa, las familias se reúnen alrededor de las tumbas de sus difuntos y “comparten” alimentos y bebidas con ellos y en muchos casos participan  las “lloronas”, mujeres contratadas  que con llantos y lastimeras frases recorren las tumbas.
Algunas comunidades indígenas conservan aún un antiguo rito que consiste en preparar la comida predilecta del difunto porque tienen la creencia de que el vuelve cada año. En otras regiones se lleva al cementerio las armas y objetos considerados de valor para el difunto.
El juego del Piruruy, es un juego de dados tallados en hueso de llama; según la suerte que tire, se pueden conocer las necesidades o reproches del difunto así como resolver los desacuerdos.
Una de las tradiciones complementarias a esta fecha que se practica de manera especial en las zonas urbanas de la región central, es el juego de cocos y boliche.
Otro atractivo lo constituye la competencia del juego del trompo en parques y calles de Tulcán, con la participación de grandes y chicos que hábilmente demuestran sus destrezas.  En esta ciudad la visita al cementerio es una parada obligada para admirar las figuras de ciprés que decoran cada rincón del cementerio.
Y si hablamos de tradición, la colada morada y las guaguas de pan, herencia de españoles e indígenas, son la especialidad gastronómica de la época.
Las guaguas de pan son muñecas de masa, decoradas coloridamente que recuerdan el episodio bíblico en que el Rey Herodes mandó decapitar a los niños recién nacidos, con la intención de matar al Niño Dios, el infante Jesús.
Se ha convertido en una tradición reunir a la familia y participar todos de la elaboración de las guaguas de pan y sus exquisitas variantes: buñuelos, pan de huevo, botanas, empanadas y bebidas tradicionales como el singular “champús”
La colada morada es una adecuación de la cocina blanco – mestiza; aquí en el Ecuador existía entre los indígenas el llamado “sango” que se ofrecía a los difuntos, ésta era una comida densa casi un chapo elaborada esa mazamorra con maíz negro y sangre de llama, con el tiempo e influencias externas se introdujo las frutas y hierbas aromáticas a la preparación hasta convertirla en una exquisita colada de color morado, que no falta en la mesa de los ecuatorianos en la conmemoración de difuntos.
En suma, la celebración de los fieles difuntos es motivo para la realización de una serie de rituales de origen ancestral indígena o de las culturas españolas y mestizas en donde se mezcla la espiritualidad, la siempre misteriosa relación del hombre con la muerte, el recuerdo de los seres queridos que partieron antes y una serie de costumbres, juegos y especialidades gastronómicas propias de esos días, que constituyen interesantes y llamativos eventos para todo visitante

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